Hace ya más de dos meses que terminé la guitarra Autumn, pero me ha sido imposible hacer actualizaciones al blog, o progresos en ninguno de mis otros proyectos. Espero poder ser más constante a partir de ahora 🙂
Pero pasemos al tema. Este segundo paso en la construcción es casi inmediato a terminar de acondicionar la tapa armónica. Normalmente, se tendrían que cortar y tallar las tablillas antes de instalarlas, pero el kit de Madinter proporcionaba unas de bastante buena calidad, así que las próximas las tendré que hacer yo, pero en este caso, usé las que tenía.
Las tablillas son casi exclusivamente de pino-abeto, ya que ofrecen el mejor resultado, por ser una madera ligera y que ofrece buena rigidez y resonancia. No olvidemos que su función es proporcionar una estructura de apoyo, sin restar a la vibración de la tapa, al mismo tiempo que aumenta la solidez.
En este caso, y como en la mayoría de las guitarras acústicas de cuerdas metálicas, siguen una disposición en ‘X’ (x bracing) y están parcialmente «festoneadas» (o eso me dice el diccionario… yo solo las conozcomo como scalloped bracing :)). Esto es básicamente que la parte que queda expuesta, en el lado opuesto a donde está encolada a la tapa, se tallan arcos, aligerando ciertas partes y que otorgan más flexibilidad y otras propiedades que seguro la física puede explicar mejor.
Como se ve en las fotos, se cortan y tallan las tablillas a la forma y dimensiones adecuadas, con lados planos. Las vetas siguen la dirección transversal, en paralelo a la tapa. Los extremos han de afilarse (ahusarse, o tapered), ya que el área de apoyo sobre los lados de la guitarra es muy pequeño, para que permita vibrar mejor.
El método para encolarlas (con titebond) es sencillo pero eficaz. La tapa ha de reposar en una superficie plana limpia de virutas, para que no sufra daños. Usando unos listones y las pinzas-sargento, se crean puntos de presión para que las tablillas queden perfectamente presionadas sobre la tapa armónica. Hay que tener cuidado de usar la cantidad justa de cola, y evitar rebabas. Aquí se ve el proceso, con algunas tablillas ya en su sitio:
Como se puede apreciar, hay un claro patrón en forma de ‘X’ en las tablillas más largas, que tienen su centro en el área donde se ubicará el puente. Es por ello, que se encola además una tablilla casi triangular, de unos 3-4 milímetros, de palisandro (o maderas muy duras similares) para que sirva de refuerzo en este área que ha de soportar tanta tensión, y sobre la que se hacen los agujeros para encordar las cuerdas. Pero eso ya lo veremos.
La forma de las tablillas, puede ser variada. Como se aprecia, los extremos se reducen y se arquean (o afilan) para reducir el grosor a unos pocos milímetros. Esto será el único punto de apoyo con los lados del cuerpo de la guitarra. De todas las tablillas, solo las centrales (‘X’) y la transversal más cercana al cuello (y la boca) llegan a estar enlazadas a los lados. Las otras, las que sirven para entonar (tone-bars) se pierden antes de llegar a los lados.
En estas fotos no se aprecia mucho, pero ya encoladas las tablillas, se tallan con el formón y las gubias. Cuando parar no responde a forma, si no a lo que se aprecie es «correcto» (el feeling). Han de ser ligeras pero dejar a la tapa vibrar. Este es uno de los puntos donde el talento del luthier se ha de notar más. Yo, de dejé guiar por mi instinto, el oído y quizás la prudencia. El resultado, está a la vista.
Por último, con ánimo de tranquilizar mis inseguridades, utilicé un aparato para ver que tal ‘sonaba’ la tapa… Es un curioso altavoz que tengo que utiliza las superficies donde se apoya para transmitir vibraciones y hacer que éstas amplifique el sonido. Nada científico, me temo, pero sonando bastante bien, mi conciencia se tranquilizó un poco… 🙂
Quest – Para aquellos que les intrigue, existe una técnica que se basa en esparcir unas partículas (¿de grafito?) sobre la superficie y aplicar hondas sonoras para ver las formas que se crean y así ‘afinar’ mejor la tapa.
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